dimecres, 4 de febrer del 2015

MARÍA LEACH: Poesia, il·lustracions i art urbà

Gràcies al treball de la il·lustradora Paula Bonet i al Projecte de Boa Mistura, portat als carrers de la ciutat de Barcelona, vaig conéixer la poeta María Leach. 


El seu blog dedicat a la poesia, http://customizatuperro.blogspot.com.es/, ens convida a passar hores i hores llegint les seues línies.


A continuació deixe alguns dels seus poemes i, també, les il·lustracions o imatges que acompanyen els seus versos.

Gaudiu! 


fábula



Los polos opuestos se atraen
dijo un tonto a las tres
enamorado
hace ya muchos, muchos,
años;
y otros tontos,
como él, se lo creyeron
y se aplicaron, ciegos de amor,
a pies juntillas
el cuento.

Y una tonta
enamorada
lo escuchó
y a otras
enamoradas
y tontas
se lo explicó
y el embrujo
todas
abanderaron
hasta
convertirlo
en un axioma
sin dudarlo.

Pero nadie
en ningún
momento
reparó
en que
un día
la tontería
del amor
se desvanece
y su ausencia 
gasifica
la atracción,
y que entonces 
sólo queda
eso:
dos polos
opuestos.
Uno de fresa
y el otro
de limón.


zArpaUDEN




Lo siento.


Stop all the clocks.
Cut off the telephone.
Prevent the dog from barking.
Silence the piano.


No puedo pensar.

Reboto
y exploto.

Se esparcen por el aire
cientos de partículas
de mi yo desintegrado.

Algunas bajan febriles
en dirección al mar.
Otras ya están sobrevolando
el Tibidabo.

Ninguna volverá jamás,
igual que esas cochinas golondrinas.

Qué más me dará.

Realmente
tengo un problema.

Estoy enferma.

Tocada
y hundida.

Enganchada con chinchetas, celo, blue-tack y pegamento.

Lo reconozco:
soy una adicta
a los sentimientos.



Lá(g)rima




Crear desde la felicidad -pienso-,
extraer de cada lágrima la letra g;
dejar de utilizar el término poeta
como eufemismo de "chiflada";
tomarme en serio este arte
propio de gente ilustrada;
y, por encima de todas las cosas,
no recurrir más al dolor
como motor
de la inspiración.

Pero si releeo lo escrito -siento-
que vivir la tristeza en verso 
me consoló,
me devolvió la cordura,
le restó gravedad a mi angustia
y me hizo crear a secas,
desde donde fuera,
transformando mis penas
en palabras combinadas de una forma nueva
para explicar sensaciones
que, hasta entonces, 
nadie sabía
-ni siquiera yo- 
cómo se escribían.

Igual que Orfeo
(el apócrifo,
no el verdadero) 
me asomo adrede
a mi propio infierno.

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